jueves, 8 de marzo de 2012

Carta de amor

Amor mío tengo la certeza de estar enloqueciendo otra vez, podremos soportar otra de estas terribles crisis, y se que esta vez no me recuperare. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Por lo tanto voy a hacer lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la mayor felicidad posible, has sido todo lo que alguien puede ser para otro. Se que estoy destrozando tu vida y que sin mi podrías trabajar, y lo harás, lo se. Ni si quiera me expreso debidamente. Lo que quiero decirte es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has tenido una paciencia infinita y, has sido increíblemente bueno. En mi ya no queda nada salvo la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida. No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que lo hemos sido nosotros. Si pensara con claridad, Leonard, podría decirte que estoy luchando, sola, y envuelta en la oscuridad y que solo yo conozco, solo yo comprendo mi propio estado. Y tu vives, dices que vives, con la amenaza de mi extinción, Leonard yo también vivo con ella. Ejerzo mi derecho, el derecho de todo ser humano, elijo no el asfixiante anestésico de los suburbios si no la violenta sacudida de la capital, esa es mi elección. A la paciente mas humilde, a la mas modesta, le permiten dar su opinión en el modo de seguir su tratamiento, así define su humanidad. Desearía por ti Leonard ser feliz en esta tranquilidad, pero si debo elegir entre Richmond y la muerte, elijo la muerte. No se puede encontrar la paz, evitando la vida. Querido Leonard, mirar la vida a la cara, siempre hay que mirarla a la cara. Y conocerla por lo que es, así podrás conocerla, quererla por lo que es. Y luego, guardarla dentro. Leonard guardare los años que compartimos, guardare esos años, siempre. Y el amor, siempre. Y las horas.
 **[Virginia Woolf, Las Horas]**

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