viernes, 9 de noviembre de 2012

Me marcho

Pensé que al quemarme ya no me dolería
mi piel se volvería inerte
y no notaría el roce de mi adiós.
Me lancé porque creí que ya no me encogería,
que estaría a salvo de esas palabras, de esa dulzura.
Siempre segura de que cuando algo arde,
se prende por fin, las cenizas no sienten,
descansan anestesiadas.
Pero aún quedan restos,
los escombros escoden retazos de ti.
Y aunque creí que ya no me podía quemar más,
le vuelves a dar la vuelta a mi piel cuando me dices,
cuando me cuentas.
Por eso adiós, no quiero, no puedo, me hieres.
Me voy porque tú no lo haces,
porque se que no tienes nada que perder.
Me marcho sabiendo que lo notarás apenas dos días
que será al tiempo cuando percibas
que la nena no está.
Y me alejo curiosamente tranquila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario