domingo, 7 de abril de 2013

Tres casas allá

El momento exacto es ese
en el que algo en ti cambia,
no en el otro, es en ti.
Él lleva sus mismas gafas, su pelo corto,
su aire distraído, un poco prepotente
y su sonrisa perfecta.
Como siempre.
Su perro sigue siendo el mismo,
quizá un poco más largo,
quizá un poco más flaco.
Pero es en el momento en que su olor
te habla de ganas,
de tacto, de contacto,
cuando puedes empezar a pensar que ya no es como antes.
Y es ahí, justo ahí, cuando tiene una que comenzar a disimular.
A actuar como siempre,
a mirarle los ojos y no la boca,
a escuchar lo que dice y fingir que no le preocupa,
a saber despedirle sin ganas de besarle.
Aún así se que se dará cuenta,
se dio cuenta tan solo cinco segundos después de que yo lo hiciera.
Pero aquí sola nadie me delata,
mis deseos se funden entre estas paredes,
se recogen en ellas y se pierden.
A penas tres casas allá,
estará el distraído pensando en si,
en él y en su ambición.
Quizá tres casas allá no quepa más.

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