martes, 4 de junio de 2013

Condenados al placer de rechazarnos

Si por fin quieres sacarme de vista
ni se te ocurra decir "no"
o estaremos jodidamente perdidos.
Puede que te vayas,
que te largues y despidas,
pero como digas "no"
ya no decides tú.
Esa invitación al infierno
nunca me la pierdo.
Si me niegas un poquito,
me rechazas otro rato
y me das la espalda con desplante
más vale que no vuelvas la cabeza
o estaremos condenados
al placer de rechazarnos.
La decisión estará implacablemente tomada.
Porque más que tenerte,
más que tocarte,
mucho más que agarrarte
el placer de atormentarte me puede.





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