martes, 11 de junio de 2013

Las buenas palabras

Fuiste tú quien me enseñó a renunciar,
a escapar del empeño,
a dejarte marchar.
Y hoy ya te siento agradecida.
El frío invadió mi cuerpo
mientras ardía en llamas.
Hiciste que me apagara de golpe,
en seco arrancaste tu veneno.
Y a veces logro confesar que aún lo echo de menos.
Pude quedarme quieta,
no huir directa hacia ti.
Esperar callada a que llegara la mala vida,
descansara en mi
y renunciara ante mi insolencia.
Fuiste tú quién me enseñó
que las cosas que no son importantes
no son importantes.
Y que las buenas palabras
mueren al desgarrar mi alma.

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