aquel perro muerto de soledad
y ese niño balbuceando palabras de amor.
Cuando quisiera salir corriendo a tus brazos,
esconderme debajo
y llorar bien bajito.
Es cuando veo el miedo avisante,
amenazando a una sola parada.
Cuando la noche pasa
sin pedir siquiera permiso.
Tan maleducada.
Cuando echo de menos
poder por fin caerme rendida.
Desvanecida en tus manos.
Desvanecida en tus manos.
Saltaría de golpe bajo tus sábanas,
me taparía del todo
y pegaría mi espalda desnuda contra la tuya.
Quieta.
Inmóvil.
Tuya.Inmóvil.
Mía.
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