lunes, 30 de junio de 2014

Me tiré en la cama sin coartada

Me tiré en la cama sin coartada.
Sus preguntas ya me hacían reír.
La ficción de su asombro
me irritaba tibiamente.
Años ya sin conocerle,
sin tenerle presente.
Ni siquiera ausente.
Pero me entraron unas ganas terribles
de tirarme en la cama sin coartada.
Caballero,
si no espera nada de mi,
deje que no lo haga yo de usted.
Con esta cama tan grande,
¿cómo quiere que no me lance a ella
y le busque un rato el rastro?
Ande y no se me ofenda.
Mire que el tiempo no le espera.

Está claro que somos idiotas

Está claro que somos idiotas.
Resulta gracioso.
Ver cómo sufrimos.
cómo esperamos.
Cómo añoramos.
Y un día,
ya todo voló.
Está claro que no damos más de sí.
No saber lo bueno que es algo
hasta que lo probamos de nuevo.
La esencia del instante.
Echar de menos el halago de un insulto.
Un buen desprecio para merendar.
No, gracias.
Está claro que no estamos bien hechos,
pero yo hoy ya estoy agotada.
Me robaron las ganas en el metro de Tokio.
Lo sentí al llegar a casa.
Me tiré en la cama sin coartada.

martes, 24 de junio de 2014

Hay hombres que se lo merecen

Hay hombres que se lo merecen.
Que saben hacerte sentir pequeña,
ponerte tímida.
Respetar sus silencios.
Hay algunos hombres que se lo merecen.
Hombres que siendo bajitos
hacen que los mires hacia arriba.
Capaces de frenar un buen golpe
sin apenas rasgar las vestiduras.
De devolver un halago
ante un agrio insulto.
Esos hombres yo se que se lo merecen.
No me ofende verme atrapada
en su elegante saber estar.
Extasiada con su franqueza.
Hay muy pocos hombres que se lo merecen.
Si conoces alguno.
Estás de suerte.

Mi madre dice

Mi madre dice que hay cosas que no compensan.
Que todos, absolutamente todos tenemos un límite.
Y que a veces nos morimos antes de llegar a él.
Pero él está.
Apremiando.
Mi madre tiene un límite lejano,
no creas que lo digo despectivamente.
Envidio ese límite tímido.
Es curioso cómo lo hace.
Digna, pero paciente.
Como diría mi abuelo
"Ella con vista".
Los "sin límite" son lo que yo llamo
"Bocao a la torta".
Esos sí se olvidan de lo digno.
Del punto y aparte.
Del final de las cosas que no tienen comienzo.
Mi límite está al torcer.
Esperándome en la ducha,
con el primer despertar.
Apuntando como francotirador.
El jodido no me deja un respiro.
¿Muy digna?
Yo no lo llamaría así.
Apretada.
Eso sí.
Con tres tallas menos.

miércoles, 11 de junio de 2014

No tenemos ese don

Jugando con las cartas de hoy y de ayer
aprecié lo absurdo del arrepentimiento.
No cabe.
Uno no puede arrepentirse de lo que un día hizo
porque aquél no era él.
Uno no siente lo que siente
porque lo que siente hoy
no lo sintió entonces.
No se puede pedir perdón.
No tenemos ese don.