miércoles, 31 de octubre de 2012

Nos arrepentimos juntos un rato

Si quieres hoy me visto de monja
y te confiesas conmigo.
Si quieres me pongo seria,
me pongo atenta y hago que me preocupa.
Hoy si tú quieres me visto de blanco y
finjo ser una niña distraida, perdida.
Escucho mientras cuentas, mientras te delatas.
Y cuando llevemos un rato,
te abrazo, te calmo, te anulo.
Apago tu dolor, tu recuerdo y te quedas conmigo.
Si tienes ganas hoy me recojo el pelo,
me tapo hasta los pies y te pongo carita de pena, de nena.
Si hoy lo necesitas, necesitas de mi,
yo te lo doy.
Y si tienes muchas ganas luego,
nos arrepentimos juntos un rato.

martes, 30 de octubre de 2012

Me enamoré un poco

Aquel día me enamoré un poco
de aquellos ojos que brillaban demasiado
de esas manos ansiosas por sentir
de esa boca que sabía hablar, sabía contar.
Y mientras no nos tocábamos,
mientras no nos besábamos
sentí que me enamoré un poco.
Sólo un poco, porque lo poco queda,
no se desborda, lo poco no se ahoga.
Lo poco se agarra, se clava, se queda.
Por eso yo me enamoré un poco
de aquella noche eterna, hablando,
mirando, y no tocando.
Regodeándonos en lo qué podíamos hacer
y nunca hicimos,
en lo que queríamos, en lo que deseábamos
y sabíamos que no sucedería.
Aquella noche no.
Y me enamoré tan poco
que quiero volver a aquella cama
en la que sólo me daban calor las sábanas
y esos ojos.

lunes, 29 de octubre de 2012

Va cayendo

Mientras mi mirada va cayendo hacia abajo,
disimulo como una niña castigada.
Mientras mis ojos se pelean por no ver,
vuelvo a sentir ese deseo, ese olor.
Porque mientras mi mirada va cayendo hacia abajo
tu cara empieza a sonreirse,
tus labios se humedecen
y sentimos el mismo calor.
Un calor que abriga, que no se esconde,
y que es nuestro.
Y mientras mi mirada va cayendo hacia abajo
volvemos a estar solos, en ningún sitio y más cerca.
El sudor me alivia,
hace que salga de mi un poco de fuego,
tanto dentro hace daño.
Tanto sale que se pega,
se te pega.
Y tu mirada levanta la mía.

sábado, 20 de octubre de 2012

La mano que me recibe

La mano que me recibe
es la mano que me despide.
La mano que me aprieta con suavidad,
parece alegrarse de verme.
La mano que me acoge en su regazo
que me sosiega, que me acompaña.
Esa mano que me toma la temperatura
cuando llego y me la vuelve a tomar cuando me voy.
Ocupada con mi mano,
dedicada a ella, sólo a ella.
Y es que esa mano me devuelve a casa,
me mete en la cama después de una noche de locura
y me tapa en silencio.
La mano que me recibe
es la misma que me despide.
Y cuando llega ese momento
sabe hacerlo mejor todavía,
sabe bien lo que se trae entre manos.
Cuidando bien las despedidas,
cuidando bien el adiós.
 

viernes, 19 de octubre de 2012

Mírame

Esa mirada sólo esconde deseo,
sólo quiere de ti tu cuerpo,
tu pasión, nada más.
Esa mirada te eriza,
te quema, te angustia.
Esa mirada te encuentra,
te atrapa y sabes que no quiere
más que un rato, o quizá no tanto.
Pero esa mirada es tuya,
te pertenece y está puesta sólo en ti.
Y te conviertes en un cuerpo sin alma,
en un animal hambriento.
El aroma del placer llega a ti
como una flecha que te aleja de tu yo.
Agradecida de que no miren tu alma,
que desnuden tu cuerpo y no cuiden las formas.
Y mientras se desgarra tu ropa
te sientes otra vez tan tuya, tan poderosa,
que matarías a esa mirada si parase un sólo momento.

Decencia mia, sólo mia

Es difícil con mi edad ser una mujer decente,
ser una mujer honesta, ser una mujer sincera.
Es difícil intentarlo y no quebrar.
Es difícil mantenerse, impoluta,
limpia, frágil y pura.
Porque hay tanto deseo de por medio
que no puedes rendir cuentas amablemente.
Tanta pasión, tanto miedo, tanto amor
que no sabes ni pararlo.
Y te tiras, te lanzas
arriesgas por nada, por todo
y por tus ganas.
Esas ganas que te rompen y te devuelven la vida,
esa vida que tanto adoras y te ahoga.
Esa vida trepidante que no te deja ni un segundo
estar tranquila, estar descansada, estar centrada.
Porque es tan difícil con mi edad ser una mujer decente
que a veces pienso para qué,
quién me devuelve a mi esa decencia si la doy,
quién me dice que no me la van a robar.
No pienso dar algo tan valioso,
ni siquiera pienso ser algo tan valioso.
La decencia para quién le de igual regalarla,
yo me la quedo para mi,
sólo para mi.



Polvo eres

Cuando tu dignidad puede con tu dolor
entras en otro ring,
has superado otra pantalla.
Tu cuerpo comienza a responder,
tus manos temblorosas sienten no tener miedo
sienten no tener destino.
Ahora son ellas las que deciden,
tu dolor ya no cabe, ya no tiene sitio
Como un rayo ha desaparecido
dejando todo destrozado
y dejando un aroma a esperanza.
Las ruinas y el polvo ahora huelen a vida,
a renacer.



martes, 9 de octubre de 2012

¿Ya?

La vida son horas, minutos
yo diría que segundos.
Ya, ya, y ya.
Ya se me hizo tarde.
Y mientras me voy poco a poco
aún estoy aquí.
Pido por un amor,
lloro por un amor,
muero por un amor,
y olvido aquel amor.
Y ya, ya, ya
ya se me hizo tarde otra vez.
Y se que ahora estoy aquí,
pero ni idea del siguiente "ya"
el siguiente "ya" ya se ha pasado.
Mueren como chinches,
pobres "yas",
continuamente muriendo
continuamente naciendo,
naciendo y muriendo,
sin poder parar ni un "ya".
Y ya que estamos aquí,
vamos a contar verdades,
vamos a contar lo que queramos,
porque este "ya" ya se ha pasado,
y tenemos que ir corriendo a por el siguiente,
que no se nos escape.

Dioses en la Tierra

Me gusta escucharte, creerte,
necesito escucharte, necesito creerte,
Lo que dices me calma, me tranquiliza,
pero nunca del todo.
Busco una verdad en ti, busco una esperanza
precisamente lo que nunca me podrás ofrecer.
Pero sigo necesitando escucharte, creerte,
no me basto yo misma, no me basta mi fe,
necesito un poco de la tuya, necesito que refuerces la mía.
Tus palabras son tan imprescindibles,
que cambian por completo mi vida,
solo es cuestión de segundos y estoy donde tú me dejes.
Me muevo tan rápido como quieras,
me hundo tan pronto como te descuides,
y me odio continuamente.
Hasta que entienda que no puedo seguir buscando
Dioses en la Tierra, que no es de ti de quien depende mi vida,
mi angustia, mi felicidad, mi tranquilidad.
Nunca será de ti, cosa que me aterra y me calma a la vez.
Una mueca en mi cara cada vez que apareces
y vuelvo a creer, vuelvo a querer, vuelvo a necesitar de tu fe.

lunes, 8 de octubre de 2012

Espera no esperar

Cuando empiezas esperando algo,
ya empiezas mal.
Ya debes volver atrás y empezar como Dios manda,
como sabes que debes.
Si escribes esperando que te lean,
nunca escribirás de verdad,
los formalismos encarcelarán tus palabras,
mientras borras lo escrito, te traicionas una y otra vez.
Qué cojones, esto es mio, esto está bien.
¿Quién puede decir lo contrario?
 Desde luego yo no lo voy a permitir,
escribo, pienso y hago lo que creo que quiero.
Pero no espero, me esfuerzo por no esperar nada.
La espera es una arma peligrosa,
te hace funcionar y te hace parar.
Si no esperamos quizá no paremos.
Ya habrá tiempo de parar.

Sólo mi mejor sonrisa será tuya

Y nos miramos,
no se muy bien quién eres ahora,
pero puedo mirarte.
Aunque eso ya no me consuela,
no me consuela verte,
no se bien quién tengo enfrente.
Aun así, te miro y actúo,
tampoco quiero que sepas
quien soy yo ahora.
no me da la gana, si ese es el trato nuevo
yo tampoco te revelaré mi identidad.
Mi identidad es secreta, es mía, solo mía.
Bueno si, es mía pero se la confío a Canetti.
Canetti sabe bien lo que es cuidar un secreto,
lo que es cuidar de mi.
Pero no, ya no te confío ni mis bragas viejas,
te regalo mi mejor sonrisa, mis ojos pintados,
y mi pelo recién lavado, oliendo a nuevo,
a cambio, a vida.

Cuando el juego sea no jugar

Ya no juego,
ni siquiera estoy en el banquillo,
ansiosa por tener mi momento.
Yo ya no juego,
yo ya no quiero.
Mi miedo ha hecho que perdiera todas las partidas,
y ya no juego mas.
Ahora he encontrado un nuevo juego,
ahora se no jugar,
se mirar, se esperar y se disfrutar.
Mi juego es no jugar,
en ese nunca pierdo,
nunca gano.

Es una pena

Es una pena acostumbrarse,
es una pena ceder a lo de siempre,
es una pena que nos resulte fácil,
cómodo, seguro.
Es una  pena perderse en tu casa de hace 20 años,
es una pena no saber volver a tu trabajo,
es una pena no querer cambiarlo.
Y cuando se va, todo se esfuma,
te quedas diciendo qué ha pasado.
Ha pasado, por fin ha pasado,
no volverás nunca más a esa casa,
tu trabajo tiene miles de caminos para llegar,
y tu miles de cosas por descubrir.
Es una pena que lo vivamos como una pena.
La vida cambia, es necesario,
si no sería muerte, sería el fin.